miércoles, 20 de febrero de 2013

Crónicas de mi tío Rubén López Cárcamo

El terruño [Parte 3 de 3]

Abuelo
Gaetano Bellei
-En el parque, había un llano, después construyeron un jardín adornado con tres estatuas: la de fray Víctor María Flores, la de la Libertad y la del doctor y poeta Rodulfo Figueroa. Mas al principio se le llamó Parque 12 de octubre, y después llevó su nombre. Lo ampliaron en los siguientes años con una pérgola con refresquerías en la parte de abajo para solaz de los habitantes. Un detalle muy educativo fue instalar un mapa en relieve del estado de Chiapas, a escala, de unos seis metros por lado y se apreciaba muy bien desde lo alto de la parte central de la pérgola. Ahora ya no existe. ¿Te llevo a la cama? Estás bosteza y bosteza.
-No, no, abuelito, sigue, sigue. ¡Qué pena con lo del mapa, abuelito! Me hubiera gustado verlo para conocer más de mi estado. ¿Y hacían deporte? ¡Aham!
-Antes que entrara la modernidad de la ahora ciudad de Tuxtla, los maestros organizaban olimpiadas con los atletas del estado y las competencias se efectuaban en el llano de la Industrial, donde actualmente están edificados el parque y el mercado 5 de mayo. Ahí se trazó el óvalo de cuatrocientos metros, o sea, la pista de las carreras y en uno de sus lados la fosa para el salto de longitud; en el centro de ese óvalo se llevaban a cabo los concursos de lanzamiento de jabalina, de disco, de martillo y de bala. En la alberca del Parque Madero se realizaban las justas de natación y clavados. Los torneos de básquetbol se hacían en la cancha que estaba enfrente de la Casa del Pueblo, en el centro de la ciudad, junto al Palacio de Gobierno. En el mismo llano se jugaban las competencias de fútbol y de beisbol. A mediados de los años veinte presenciamos encuentros de polo y otras actividades ecuestres. Para participar en esos encuentros olímpicos, los atletas se preparaban con mucha disciplina enfundados en uniformes sencillos y participaban con mucho corazón y entusiasmo.
-¿Y tú estuviste en la Revolución mexicana? ¡Aham!
-No, hijita, yo no había nacido en 1910, pero me contaba mi mamá que fue una época muy triste, pues además de la matazón entre carrancistas y mapachis[i] hubo períodos de hambre, y para rematar, la influenza española, una especie de gripe, mató a mucha gente. Como resultado de esa revolución mejoraron las cosas tanto aquí en Tuxtla como en todo el país; por ejemplo: en el ramo de la educación se han venido creando tantas escuelas y bibliotecas hasta abrir las universidades que tenemos ahora para combatir la ignorancia. Así como servicios médicos para erradicar la insalubridad.
-¡Ah! ya estás bostezando, ya tenés sueño, te me vas a acostar y mañana continuaremos.
-No abuelito, ya te dije que mañana no voy a la escuela y ahora me puedo ir a dormir más tarde. A propósito, interrumpí en la lectura de tu periódico Cuarto Poder, ¿qué periódicos había aquí en Tuxtla en ese tiempo?
-De México llegaban algunos ejemplares de Excélsior, de El Universal y de La Prensa...
-¡Ah! Como ahora.
-Nada más que ahora llegan el mismo día por avión, y en aquellos años los recibíamos a los tres o cuatro días de editados, a veces llegaban todos mojados por la lluvia, pero aquí -y creo que en ningún otro lugar del mundo-, vivió una persona que escribía un periódico diario a mano, en hojas tamaño carta, con el nombre de Estrellita, y el autor se llamaba Rumualdo Moguel a quien todo el pueblo lo conocía con el seudónimo de don Ruma. Él gratuitamente repartía los ejemplares, era una persona alta, delgada, siempre de traje, con sombrero y bastón, muy respetuoso y atento. Fíjate nada más, que cada ejemplar de su periódico lo doblaba, más bien lo plisaba como abanico, obtenía varias copias al carbón y así los entregaba. Por ahí tengo una foto de él, la voy a buscar para que lo conozcas. De los periódicos que se editaban aquí, recuerdo La Vanguardia y Chiapas Nuevo. Ahora hay muchos, así como revistas. Como ves, ha habido mejoras en todos los servicios, han aumentado las carreteras, y los medios de comunicación. Han cambiado muchas cosas, por ejemplo, la Avenida Central, que cuando la conocí se le llamaba “La calle real”, en los últimos años fue ampliada, le dieron más anchura para que los vehículos transiten en dos sentidos, y la continuaron en sus extremos con bulevares arbolados hasta la iglesia de Guadalupe.
- ¿Dónde siempre vamos a misa, abuelito? ¡Aham!
-Sí, era una ermita o pequeña iglesia, los misioneros del Espíritu Santo al llegar aquí hace unos cincuenta años se afanaron en construir la que tenemos ahora,  además de ponerse a predicar. Las construcciones nuevas, como ves ahora, son el Parque Morelos, el monumento a la Bandera, el Parque de la Marimba [a dónde te gusta ir], el Polyforum, el Teatro de la Ciudad, los museos y el zoológico, los libramientos Norte y Sur, son obras construidas por los gobiernos que les ha tocado servir al pueblo.
-Y entonces, abuelito, ¿nuestro antepasados sufrieron mucho? ¡Aham!
-Si no sufrieron, sí tuvieron muchas carencias, y a pesar de que no había teléfono, ni radio, ni televisión, ni salones de fiesta, oías por las noches el sonido peculiar de las marimbas por varios rumbos del poblado que tocaban la música de la época para bailar con mucha alegría.
-¡Aham! ¡Aham! Ya sé más de mi ciudad, me voy a dormir, no puedo dejar de bostezar, ¡aham!, un besito de buenas noches, ¡aham!
-Te estás cayendo de sueño, hijita, mejor ve a acostarte.
                   Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, martes 8 de diciembre de 1998. 


      Zuzana Chandomí.
 


[i] Mapachis, m. De “mapaches”. En el sur así les decían a los que no eran carrancistas en tiempos de la Revolución mexicana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya leí toda la serie, es conmovedora e ilustrativa. Felicidades a Zuzana Chandomi.