domingo, 22 de mayo de 2011

Columna vertebral



El sueño
Ángel Planells

Sueños
(Primera parte)

Tener una pesadilla puede ser escalofriante, provocársela uno mismo es incomprensible; esto buscaba mi abuelo paterno según lo infiero de algunas hojas sueltas y amarillas que encontré algunos días atrás mientras escudriñaba fotos de mi infancia en una vieja maleta de viaje cargada ahora de recuerdos y polvo. Ya antes me había tropezado con ellas, pero, jamás repare en su contenido quizá porque en aquel tiempo no podía leer otra letra que no fuese la de molde, quizá porque es hasta el presente que comprendo que, lo que soy, es parte de una línea genealógica que se remonta en la historia familiar y en mi imaginación hasta donde llegan las fotos más viejas en las cuales no reconozco a ningún pariente. Como decía, por primera vez me tomé la molestia de descifrar esa caligrafía enredada con la que mi abuelo anotara fechas en un compendio que incluye sueños propios, copias perfectas de noticias atroces sacadas de periódicos sensacionalistas y lo que parecen ser relatos de propia voz de personas que enriquecieron su trabajo con pesadillas. Llegué a esta terrible conclusión al advertir que delante de cada una de estas anotaciones hay otra más detallada en la que se lee por ejemplo: "22 de mayo de 19… me recosté a la una de la madrugada después de haber estado recreando tal pesadilla en mi imaginación, durante el sueño recuerdo haber sentido el mismo terror del cual me habló X…" y, más adelante: "he tratado de recordar lo ocurrido después, pero no lo conseguí, parte de las anotaciones que hice en la primera interrupción del sueño y que en ese momento me parecieron tan claras no tienen ninguna coherencia, ni siquiera son una lluvia de imágenes con las que pueda llegarse a una interpretación…".

       Esta pieza aunque borrosa modifica la imagen previa que tenía de él y ha modificado también mi rostro ante el espejo.
Jorge Iván Dompablo.

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