domingo, 21 de agosto de 2011

Crisol florido

La culpa de la luz
Paula Buffone

Procedimiento para paliar un rencor

El ser humano es tan intrínseco a la arrogancia como a su vanagloriado raciocinio, en su pecho pocas veces suelen cocinarse potajes tan astringentes como aquellos que se hierven en el fuego del resentimiento intestino, las causas suelen ser diversas y, ciertamente, disímbolas dependiendo del individuo aunque, según lo veo, la mayoría ―si no es que todas― detonan en la rotura de la frágil crisálida del ego por alguna afrenta de orgullo.
       Pero, ¿cómo enfrentar los embates del remordimiento? o con mayor precisión, ¿cómo paliar los efectos duros de una persona a quien hemos ofendido y nos castiga con la fustigante reata del resentimiento?
       1.- No lo tome personal: claro, es obvio que el asunto del rencor tiene sendos tintes personales; sin embargo, imagínese que se trata de un rencor de índole profesional, digamos, como aquella vez que dejó sin tóner a la oficina completa por habérsela pasando el día entero imprimiendo novelitas eróticas. Minucias en realidad. El jefe paga.
       2.- Compénselo al doble: si la ofensa es de un grado, digamos reparable, busqué a toda costa subsanarla, es más, si la repara al doble usted quedará en la posibilidad de ser tomado como un héroe en vez de un completo imbécil; por ejemplo, si usted entra medio ebrio a la cochera de casa y no se percata de que arrolla al perrito de su hija, la mejor forma de repararlo es comprándole dos perritos, o un perrito y un gato, y ya verá cómo se le pasa el enfado y gana adeptos indecibles.
       3.- Justifíquese: no importa cuán seguros estén los agraviados del escarnio o la cantidad abrumadora de pruebas que lo inculpan, siempre justifíquese empleando todos los recursos a su mano. Como cuando nalgueó a Janet, la secre del jefe, ante la mirada atónita de seis testigos y usted se justificó diciendo que padecía un horrible síndrome de personalidad múltiple y presentó la receta de su psiquiatra como evidencia de su mal. Ellos nunca se enteraron de que la sertralina es sólo un antidepresivo convencional, pero vaya excusa de campeonato. ¡Aún tiene trabajo!
       4.- Mienta y exagere: cuando los pasos anteriores no sean suficientes lleve la mentira a un nuevo nivel en el cual, ponga en un relieve tan enfático su supuesta afrenta, como por ejemplo, aquella vez que después de la llamada iracunda de su esposa reclamándole encolerizada su aparente olvido de su XV aniversario de casados, decidió pagarle a dos vagos para que le golpearan un poco a fin de fingir un asalto. Éstos terminaron mandándose al ponerle una santa golpiza, asaltándole de verdad y dejándole un balazo en el empeine que, aunque doloroso, bien sirvió para justificar el olvido arguyendo que aquellos dos rufianes le abordaron para robarle el presente de aniversario.
       5.- Emborráchese: lo cierto es que para paliar la culpa de haber sido un idiota no hay nada mejor que una buena borrachera; en realidad, el yerro le perseguirá de cerca y le recordará a menudo que es usted un desalmado, pero en estado de ebriedad no le provocará mella alguna o al menos ya no le importará tanto. Y es que en mis años de ofender a mis congéneres no he podido encontrar nada que pueda combatir el remordimiento. Salvo, claro, pedir perdón que, por cierto, nunca se me ha dado, o en su defecto, dejar de ser un imbécil, lo que me está a todas luces muy vedado. Así que como decía el buen Baudelaire en su libro de Pequeños poemas en prosa: “¡Embriagaos!”
       En fin, si usted sigue estos sencillos pasos, le aseguro que no tendrá mayor problema al subsistir y desenvolverse en esta sociedad de porquería donde no somos pocos los cretinos e insensatos.
César Abraham Vega Guerra.

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1 comentario:

supermexico dijo...

El tema es interesante, el desarrollo bueno, mezcla la ironía y los consejos del sentido común. Si acaso lo complejo de la introducción hace que se antoje que vendrá una lectura pesada pero por fortuna el texto es mas ligero que la entrada. Es curioso como se revuelve el vocabulario rebuscado con el coloquial término "reata". Es como si disolvemos en el plomo derretido ¡un poco de helado de nuez!
Bueno, le pondría un 70/100 a esta colaboración. Esperaré las siguientes.