La extinción
![]() |
Extinción Daniela Esquivia |
Ella se encontraba entre 23 seres dispares en una enorme burbuja de cristal transparente que flotaba en el espacio sideral junto a otros 24 seres como ellos en sus esferas vítreas. Cada uno portaba en sus manos un artefacto cristalino tubular pequeño que contenía algunos líquidos de diferentes colores. Eran siete tubos y siete colores. Las miles de burbujas caían como gotas breves de rocío en madrugada. Se posaban sobre una alfombra esmeralda junto a un camino que terminaba en un edificio gigante de cristal de cuarzo en forma de estrella. De pronto, de la burbuja donde ella venía, se abrió un orificio que hacía de puerta de salida. Se asomó el primer viajante de la esfera cristalina, y luego otro y otro. Ella salió y vio la fila ondulante como serpiente de cascabel que se introducía a la estrella colosal y la siguió. Ni una palabra, ni un susurro, ni un quejido, ni un bostezo, todos callados brotaban de sus esferas de vidrio y se dirigían a la estrella.
Ya en ella, Ella recorrió su mirada hacia todos los seres entornando los ojos esmeraldinos, algunos con atuendos ricos en plásticos de colores vivos, otros en vestimenta gris, negra y café de material reciclado. Ella vestía un ropaje de piel de pantera negra, que envolvía su fisonomía marfileña, y su larga cabellera rubí en cascada de sangre cubría sus pies de geisha. Todos voltearon a verla, era bastante atrayente la imagen, imposible no acercarse.
Un ser se le acercó, difícil saber su sexo, y le aconsejó al advertir que ella pretendía tomar el número uno de los líquidos de su artefacto: “Debes absorberlo poco a poco”. Sonrió agradecida en su rostro iluminado.
De pronto, se oyó un tremendo sonido de trompeta, y todos se sobresaltaron, una plataforma vidriada emergía del piso de cristal hacia lo alto y soportaba el peso de siete seres envueltos en capas ebúrneas. En sus rostros respiraba una amplia sonrisa y uno de ellos, el más alto, sentenció con potente voz: “Somos los últimos seres de civilizaciones y siglos pasados, somos los sobrevivientes, pero valientes ante la extinción, poseen un tubuliforme alimentario por la eternidad, cada vez que sorban un poco, esa pequeña porción se llenará en los tubos automáticamente, de acuerdo a sus acciones, si son negativas hacia la comunidad se reducirá el contenido, si son positivas se aumentará. Su vestimenta es la que traen puesta y les servirá por siempre, y su casa es ésta. No sabrán si es de noche o de día. Todo se les proveerá instantáneamente. Cantarán, jugarán, danzarán y sus mentes volverán a ser prístinas en la eternidad. ¡Bienvenidos sean!".
Zuzana Chandomí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario