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La muerte de Casagemas Pablo Picasso |
La muerte es, según la Biología, la cesación de la vida; sin embargo, ésta cumple a un mismo tiempo la función de alimento para otros seres y sirve también para dejar espacio a que nuevos organismos participen y evolucionen en la vida. La muerte, asimismo, es una de las grandes interrogantes que se ha planteado el ser humano desde sus orígenes como sociedad y, de igual modo, como individuos, llega un momento en nuestras vidas en el que nos hacemos conscientes de ese acontecimiento ineludible.
Tratar de concebir la propia muerte resulta una tarea extenuante y por demás dolorosa si se lleva a cabo con honestidad. Así, ésta es uno de los grandes temas que la literatura y las artes en general abordan en un intento por explicar, o al menos tratar de acercarnos en un plano emocional a lo inexplicable. Miguel de Unamuno expone en el prólogo a su novela Niebla su concepción de la existencia la cual cobra sentido a partir de la existencia de todas aquellas personas que nos conocen y de algún modo nos dan vida al soñarnos. En ese mismo prólogo escribe refiriéndose a la muerte y a la existencia “[…] se me han muerto los míos, los que me hacían y me soñaban mejor”. Ésta, supongo, es una de las razones por las cuales nos duele la pérdida de alguien cercano, pues al irse se lleva una parte de cada uno de los seres que le conocíamos; sin embargo, no hay que olvidar que la muerte aunque dolorosa, es parte de la existencia misma y en un plano más general o cósmico, en el sentido del orden que guarda todo en el universo, estamos hechos de polvo de estrellas y somos parte de una totalidad y si en un sentido hay una pérdida con la muerte, en el otro, podemos llegar a alcanzar la inmortalidad a través de los otros como lo escribe Borges en su poema “Inscripción en cualquier sepulcro” del libro Fervor de Buenos Aires “ […] Lo esencial de la vida fenecida/ -la trémula esperanza, / el milagro implacable del dolor y el asombro del goce- / siempre perdurará. / Ciegamente reclama duración el alma arbitraría/ cuando la tiene asegurada en vidas ajenas, / cuando tú mismo eres el espejo y la réplica/ de quienes no alcanzaron tu tiempo/ y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra”.
Jorge Iván Dompablo.
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