Apocalipsis
José Maniscalco
¿Hasta dónde llegará la vista del hombre? La mayoría de las veces al centro del universo, al fin del mundo. Pero qué lugar será ese, en la antigüedad se contaban historias sobre el último borde de la tierra, dónde abundaban los animales horrorosos e inimaginables, las sirenas cautivadoras, el temor y la muerte; porque de un sitio así no habría retorno posible salvo la locura. Con el descubrimiento de América se vinieron abajo todos esos mitos pero no la idea de encontrar el lugar preciso, entonces el fin se tornó centro a pesar de Copérnico o por él mismo. Toda materia existente tiene un centro y la humanidad se precia de existir porque piensa, dicen… por lo que sea que fuere: Porque el hambre aprieta, porque es innegable la belleza de Juan Perez Manzano, famosísimo; porque mañana si no se paga la renta habrá consecuencias; porque… «Porque esto a nadie trae cuentas e igual lo escribes; porque no hace falta pensarlo mucho para saber que yo soy yo y no la señora de los tubos que se para en la esquina esperando la basura.
Yo ¿quién soy yo? El universo es infinito y de mí hacia todos sus límites la distancia debe ser por lógica: Igual. Destruí la casa vieja porque no la necesito. Los animales, las pequeñas plantas, todos los recursos del planeta están a mi servicio. Hace mucho tiempo me cansé de recolectar frutos y de cazar mi alimento, me hice sedentario. Yo hablo desde entonces y me encanta mi voz, es tan… versátil, dormirías en mi regazo tranquilamente si escucharas mis canciones de cuna; todos los enemigos recelan mi fragor, todos. Yo pinté sobre muros de piedra, levanté montañas y cerré mis ojos y cerré mis oídos y cerré tu boca. Yo acaricié la redondez del globo, le puse dos caras a la moneda para jugar al azar, aunque la suerte no exista yo inventé los monociclos, me divertí un tiempo pero… me cansé de hacer las cosas, soy un ser sensible y delicado, es mejor que trabajen las máquinas por mí. No soy una máquina, ni estoy al servicio de nadie, que quede claro. Yo soy quien subió el queso a la luna carcajeándose con el chiste de la oferta y la demanda, pero… me aburro.
Yo estoy abajo y arriba, inventé la jerarquía porque desde la infancia me aficioné a derrumbar torres ¿me recuerdas? ¿Quién soy yo? Con frecuencia se me olvida, pero…» Pero una cosa es existir y otra muy distinta estar de acuerdo, de otro modo cómo se explica el continuo afán por que todo termine. Si se lee una novela muchos se saltan el medio por el final, en lo que podría pasar por un arrebato de curiosidad; pero si consideramos las telenovelas, todos conocen su final y no por eso se lo pierden, salta a la vista que el móvil no es la curiosidad sino el final en sí. De no ser las profecías de Nostradamus, son las mayas (aunque ellos ni lo hubieran considerado); o qué tal las fechas curiosas como el 6 del 6 de 2006. Otros son más prácticos, no se fían de mitos y están decididos a terminar con el mundo con sus propias manos; derraman petróleo, talan bosques, tiran basura por las calles… ¿Seremos felices para siempre?
María de Jesús Gómez Lazos.
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